lunes, 4 de marzo de 2013

¡Pobres poetas!



Arturo Reyes, el eximio poeta español, se encuentra en la pobreza. El ilustre cantor, honra de la patria poesía, necesita de sus buenas amigos, de sus amantes compañeros, para que uno, como Carretero, implore del simpático ministro de Instrucción pública un destinillo, algo que pueda aliviar la aflictiva situación del trovador de oro.

¡Recompensas humanas...! ¡Un destino para un poeta que ha sabido legar á su pueblo, á la historia de la Literatura, destellos de su numen y chispazos de su galana inspiración.

¡Pobre Arturo Reyes...! ¡Pobre poeta...! 

El veterano maestro del periodismo español, D. Miguel Moya, secunda con Carretero la iniciativa de proteger al compañero ilustre, y yo creo que todos aquellos que dedicamos los ocios de nuestra vida á encarecer, en la  medida de nuestras fuerzas, el arte español, estamos tan obligados ó más que los profesionales á hacer, no algo, que no es eso lo que se merece, sino mucho, por el divino poeta castellano.

A nosotros corresponde la realización de la obra; dejemos á un lado los escepticismos de los pudientes, de los que chupan, de los que viven atentos sólo á su sueldo y á cumplir medianamente sus deberes; dejemos aparte las eminencias de doublé, que ven la vida al través del prisma de la letra de cambió y del peso exacto en los comestibles; quédense en sus puestos los que alcanzaron con una carrerita corta ó con un destinillo holgado la satisfacción de vivir, de pasar la vidita, como dice mi amigo Costa, ilustre escritor catalán, y vamos los pobres, los míseros, los que hacemos versos, aunque no sirvan más que para envolver los garbanzos, de los otros, á entablar lucha franca, lucha leal, con el que sea, para evitar que Reyes, el autor del andaluz poema titulado «Cartucherita», perezca de hambre ante la indiferencia de un país desagradecido con sus poetas.

Se recompensan los servicios de todos los funcionarios públicos; las empresas particulares premian los especiales de sus empleados; los aristócratas ofrecen dádivas á sus lacayos en momentos determinados de la vida y... ¡á los poetas como Reyes...! ¿nada...? Injusiticia humana, no tan injusta por la idea como por el fondo de ella.

El ministro de Instrucción pública no desatenderá los ruegos de los poetas españoles y sabrá corresponder á la promesa que hiciera á Carreterro en reciente conferencia, pues entusiasta como siempre por su pueblo, no permitirá que perezca quien, desde su esfera, supo engrandecerlo y enaltecerlo.

Nómbrese una Comisión de escritores, presidida por el maestro Moya, y con el apoyo de todos enjuguemos las lágrimas de Reyes; siquiera por las que nos hizo verter, de noble sentimiento, al pasar los ojos por las hermosas páginas de sus hermosas obras.


Jesús de MIJARES CONDADO

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