Publicada en La Lidia (Madrid. 1882). 26/4/1897, páginas 1 y 2
Cartucherita
A Pepe Ortega Munilla
en
Málaga
Como verás, o por mejor decir, como habrás visto (pues antes te saltará a la vista el cromo que el artículo), el presente número de La Lidia se honra y gallardea con un retrato del valeroso y alegre Bombita, prototipo y dechado del toreo juvenil en nuestro tiempo.
¡Oh, si mi voto hubiera valido, o si yo lo hubiese emitido a tiempo!.... A la par y frontero de la efigie de Emilio de Torres Reina, habríase publicado otro excelente y vistoso retrato de Arturo Reyes, el novel y afortunado "diestro" malagueño que tantas palmas, olés, sombreros y tabacos está recogiendo a la sazón en el coso de las buenas letras.
Que no te escandalice la comparación, y que no enoje á Arturo Reyes este extraño é inesperado paralelo. Resígnese el ''diestro'' á aceptar el mote que le pongo... ¡Es el Bombita de la juventud literaria del día!
La misma presentación, alborozada, sonriente y como por arte de encantamiento; las mismas promesas de relampagueo y amenazas de detonación en el apodo del torero sevillano y en el titulo de la novela malagueña. La misma carrera, rapidísima, triunfante y sin tropezones de peligro, en Reyes y en Torres Reina, en Arturo y en Emilio, cuya homología es evidente. El mismo toreo ceñido, audaz, lleno de valentía y frescura a la vez que de adornos y guirindolas; castizo a la antigua y "sensacional" á la moderna; muy serio por dentro, y por de fuera muy zaragatero, con todos los arrestos y arranques, desparpajos y desplantes de la floreciente y viva mocedad. Las mismas simpatías, en suma, ganadas y aseguradas desde el primer momento aun en los ánimos menos impresionables y más hoscos de la docta afición...
¿Que tal, queridísimo Pepe, me va saliendo ese conato de apunte para una página de las ''Vidas paralelas'' que acaso trace algún día mi pluma pecadora, si el diablo me tienta y Dios lo consiente?
Mientras me envías - aunque sea bajo cuerda- la dura ó blanda contestación quédese la cosa en tal estado, y vayan aquí estos cuatro parrafillos brindados al Bombita de las letras malagueñas para hacer pendant á la cromolitografía en que se nos representa el Arturo Reyes del toreo sevillano
Y mientras me entero asimismo de si el autor de Cartucherita lleva a bien o mal este extraodnario emparejamiento, ten la comodidad de darle las gracias en nombre mío por el ejemplar de su novela con que hubo de favorecerme, y de pedirle luego albricias por esta triple salva de benefiecios con que le hace pleitesía la Fortuna.
1º Por haber conseguido lo que ninguna fuerza humana consigue de ti, oh Pepe de mis entretelas periodísticas, en cuanto te escapas hacia esas playas y montañas, en busca de oxígeno para el cuerpo y para el espíritu;
2º Por el marco de oro con que has presentado al público su novela: marco cincelado como por mano del fray Juan de Segovia, a quien magníficamente canta Heredia en su soneto francés de La Custodia, marco digno de un esmalte en cuya fina y esplendente labor no cede el artista malagueño al mismísimo Claudio Popelin;
Y 3º Por haberse librado, haciendo tomar la pluma para hablar de Cartucherita en El Imparcial, del ''palo'' con que ya me preparaba yo a darle la bienvenida al mundo literario desde aquellas mismas columnas.
Sí, señor; un palo, como vulgar y brutalmente se dice.
Claro está que a un ''costumbrista'' malagueño de tan legítima cepa y pura vena como Reyes, no había de escocerle ni enfadarle cosa que cabalmente lleva el nombre de uno de los barrios de más color, olor y sabor de Málaga: el del Palo.
Claro está, además, que el tal ''palo'' hubiera sido de una injusticia tan notoria como... ¿Qué te diré yo? ¡Como si un Presidente mandase poner fuego al toro que acaba de tomar diez varas, á penco y tumbo por cada una, y todavía está desafiando!
- Pero, camará - como decía cierto matador andaluz, harto tachado de envidioso y cizañero por sus cofrades: - ¿Qué vasté á jasé con er ''malange'' que sale y le quita á Dió los moños? ¿Orsequiarle encima con un par de bisoñés?...
¡Los monos que va á quitar Arturo Reyes en el redondel literario! Por de pronto, á cuantos gustamos de cultivar las letras toreras -sustantivo y adjetivo que en nada andan reñidos, como dicen y repiten á lo papagayo muchos cursis- á cuantos gustamos, digo, de libanar por lo taurino, sin que nos falten de cuando en cuando nuestras escriturillas y contratas, el diestro novel nos trae un si es no es medrosicos y acongojados, con el pícaro reconcomio si vendrá a dejarnos el traje de luces... á buenas noches.
Por eso -¡los pícaros celillos del oficio!- yo hubiera tenido cierto placer en discutirle el terno de verde y oro (color de esperanza y guita probable) con que se nos presenta Reyes en Cartucherita; pero, ¿quién le discute ni una hilacha siquiera de los ''cabos de luto'' que completan su traje, después de la soberana alternativa que le has dado en El Imparcial?
¿Quién, ni en El Imparcial, ni en La Lidia, ni en ninguna otra parte se arranca por disquisiciones críticas, después de las tan sobrias como luminosas, tan concisas como elocuentes, que le has dedicado tú? ''Nadie las mueva'', como se dijo de las armas de Roldán.
Hoy me limito a señalar ese libro -breve en páginas, pero copioso en franca observación, sentimiento sincero, andalucería verdad y diálogo popular, lleno de viviente exactitud- diciendo lisa y llanamente á los que adivinan en la vida torera alguna comedia y tragedia más de las que se ven en la Plaza de Toros:
-Leedlo.
En punto á juicio y dictamen de más cuenta que este simplicísimo ''apuntamiento'', díle a Reyes, ínclito y bondadoso Pepe, que me reservo para cuando nos dé, como no tiene más remedio que hacerlo la ''novela grande'', le grand roman, de la existencia varia, azarosa, pintoresca, eje de un sin fin de accidentes, incidentes, tipos u escenas de la sociedad española, que Eusebio Blasco apuntó en su Juan León y que el autor malagueño debe estudiar y pintar en mayores proporciones que las de Cartucherita.
¡Entonces hablaremos, señor mío! Veremos á ver entonces si logro resarcirme, vengarme «silencio crítico» á que hoy me reduzco, limitándome en esta ocasión á suplicarte que ofrezcas en mi nombre, las presentes palmas (nominales), tabacos (hipotéticos) á quien me complazco en llamar... el Bombita de nuestros noveladores.
La suerte está echada, planteada y señalada á lo maestro. ¡A consumarla, pues!
Que no se llame á engaño
SOBAQUILLO
3 comentarios:
La crítica que "Sobaquillo" hace de "Cartucherita", me ha gustado mucho. El apodo de "Bombita" también. Este señor conocía Málaga y El Palo. Tras la buena crítica realizada por Ortega Munilla, quizás algunos no se atrevieron a hablar mal de la obra.
Hace poco tiempo me enteré que en aquella época había escritores especializados en la crónica taurina. Quizás ese fue el motivo por el que Arturo escribiera una novela sobre el torero perchelero.
Gracias por toda la información que estais publicando ya que es inédito poder leer esto en internet y estoy segura que será utilizada por estudiosos.
Felices navidades para tod@s y espero que el 2013 os pueda avisar para poder celebrar junt@s el centenario de mi bisabuelo.
Se me olvidó, puedes preguntarle a tu profe si sabe quién era "Sobaquillo". Sería interesante conocer quién fue el autor de la reseña. Gracias.
Pepa, ésta es una crítica curiosa por aparecer en una revista dedicada al mundo de los toros.
He investigado un poco, y Sobaquillo fue el pseudónimo de Mariano de Cavia, uno de los grandes escritores y periodistas del momento.
Será un placer celebrar juntos el centenario de la muerte de tu bisabuelo.
Felices fiestas y próspero 2013
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