Voy á hacer tragar al lector unas píldoras de
crítica.
No sabemos si alguna estética ha clasificado la
literatura amena en dos grupos: la que fatiga y la
que interesa. Por mi parte, distingo mejor esa división que la de la literatura regional cuando no
tiene dialecto propio: acaso en el atomismo á que
vamos descendiendo, y que hará del siglo XX el
siglo de los microbios si Dios no lo remedia, tendremos novelas de familia, dada la tendencia á
empequeñecer y estrechar el horizonte. Prefiero
los que vuelan á los que se encogen; pero no rechazo géneros en literatura, y mucho menos que
cada cual se inspire en lo que mejor conoce. El lagar de la Viñuela, que su autor D. Arturo Reyes califica de novela andaluza, reúne todas las
condiciones para serlo: autor, lugar de la acción y
diálogo andaluces. No parece que debe haber duda
en la veracidad de las descripciones, el provincialismo de los tipos y del lenguaje en que se expresan; pero estas condiciones indispensables para la
calificación del regionalismo necesitan un peritaje regional en cada caso, razón por la cual esa
cualidad que hoy tanto se estima no pertenece al
cuadro de las dotes esenciales de una obra literaria juzgada en su valor total y positivo; para la literatura universal, ó simplemente nacional, el regionalismo no es apreciable sino en cuanto sea un
filón de donde se extraigan y lleven bellezas al
arte en general; no tiene elementos para distinguir y apreciar el regionalismo; tenemos que descartar éste, sin negarle su valor indígena y sus
encantos en el círculo por donde se extiende su
corta acción: pero no reconociéndole como adelanto, sino como limitación que reduce la categoría de las obras que no pasan de ese círculo,
aunque en conjunto pueden, por su abundancia,
dar variedad y riqueza de tipos á la literatura nacional. El Lagar de la Viñuela, siendo, según los
peritos, novela muy andaluza, es algo más: es una
novela fresca, sentida, poética, delicada y juvenil; si el desenlace, que es lógico ante la razón, lo
fuera ante el sentimiento, sería una obra deliciosa
por completo; pero la desolación moral con que
deja á los personajes después de una acción tranquila y dulce, y la indeterminación con que concluye, lo que se deslizaba claro y sereno tiene
algo del terremoto en un paisaje risueño: á mi
juicio, el final disloca la unidad de la impresión,
ese sentimiento general que es el espíritu de
una novela y que exige á unas terminar trágicamente, y á otras de un modo más dulce. A mi juicio, D. Arturo Reyes ha sentido la novela y ha
pensado el final. Más inspirada que refiexiva, le
iba saliendo por sí sola; en fin, que ha estado á
pique de hacer una pequeña obra maestra sin querer, y se ha desgraciado en los momentos decisivos; pero que, á pesar de ello, está llena de poesía y sentimientos delicados, y es digna del juicio
que hizo mi amigo C... en su sección de Libros presentados; pero no he podido prescindir de la ocasión que el libro me ofrecía para hacer algunas
reflexiones.
1 comentarios:
Las buenas críticas siempre ayudan a ver las obras desde diferentes puntos de vista. Ésta también es muy interesante!!!
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