sábado, 2 de marzo de 2013

Arturo Reyes



Al reseñar nuestro querido colega «Mundo Gráfico» la fiesta íntima celebrada en Málaga en honor del ilustre escritor Arturo Reyes, hace al ministro de Instrucción una indicación, con la que en absoluto estamos conformes.

Es triste que escritores como Arturo Reyes vean la vejez amargada por la penuria y la estrechez de recursos, habiendo enriquecido con joyas preciadas la literatura de su país. Cuente con nuestra adhesión el querido compañero D. Francisco Verdugo, director de «Mundo Gráfico» que expone tan bella iniciativa en pro de su paisano Reyes, en las líneas que copiamos:

«Una de las fiestas más simpáticas de las últimamente celebradas en Málaga, ha sido el homenaje rendido en el teatro Cervantes á los ilustres escritores malagueños Arturo Reyes, Salvador Rueda y Ricardo León. La ausencia justificada por asuntos particulares de estos dos últimos señores, hizo que en la linda fiesta se concentrase la atención únicamente en el genial escritor, honra de su patria chica y alto y sólido prestigio literario entre los de la patria grande, D. Arturo Reyes.
La alabanza justa salió á los entusiasmados labios de los asistentes al homenaje; pequeñas manos enguantadas de blanco, bellas y dulces manos de mujeres hermosas se agitaron nerviosamente como palomas blancas, y consagraron con el batir de sus palmas y el mago sortilegio de sus risas de ángel los altos méritos del costumbrista insigne y del poeta inspiradísimo. 
En aquel concierto de alegrías y de satisfacciones, desentonaba como una ironía la sonrisa amarga de Arturo Reyes...
 
Si su patria y su tierra consagraron el valer innegable del escritor malagueño, su patria y su tierra no han tenido para Arturo Reyes las atenciones á que estaban obligadas. Arturo Reyes, aunque sea doloroso y vergonzoso decirlo, vive mal. Esto ocurre en un país como el nuestro, donde la protección oficial en forma de credenciales y de destinos vitalicios, reparte prebendas á compadres de la política y se muestra pródiga con cualquier advenedizo, aunque lleve por toda cédula personal la vigorosa presión de una buena influencia.
 
Este caso de Arturo Reyes es un caso de conciencia pública, de decoro nacional, y su remedio está en la mano del señor Alba, ministro de Instrucción. ¿Porqué no hemos de confiar en que cuando llegue á su conocimiento se apresurará á evitar tamaña injusticia?  
Dejémonos invadir por un dulce y consolador optimismo, y soñemos con que pronto el señor Alba dará á Arturo Reyes medios decorosos de atender á su vida prestando útiles servicios á la nación y procurándole la tranquilidad necesaria para que siga legándonos,  como tesoro inapreciable, sus cuentos y sus poesías inspiradísimos y sus novelas maravillosas.»



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