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completar, hemos decidido copiarlo de la edición alojada en Internet Archive.
El mar parecía dormido; la brisa apenas hacía ondular las jarcias de los buques anclados en el puerto; el cielo aparecía bañado en luz purísima.
Inclinóse Agustín yerto y abatido, con los ojos húmedos por el llanto, con la queja en la garganta y el infierno en el corazón, sobre la borda del buque divisábase frente á él la ciudad salpicada de luces temblorosas y de caprichosas siluetas; era aquella perspectiva á modo de la artística creación de un cerebro fantástico; allá, en los últimos límites, erguíanse los montes, tras los cuales dejábase para siempre nuestro héroe todo cuanto embelleciera su vida.
Oyóse el monótomo y áspero rechinar de las cadenas, enroscándose al molinote; resonó el poderoso silbato de la máquina; giró lenta y majestuosamente el vapor, y poco á poco empezó á alejarse de la hermosa bahía, dejando tras sí brilladora estela de fosforescentes espumas
FIN
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