Arturo Reyes nos ha mostrado en sus libros una Málaga pasional.
Desde Cartucherita hasta su última obra Del Bulto á la Coracha, la nota intensa, desgarrada y trágica de la pasión corre con un ardor de fiebre. Sus páginas son fuertes, amargas, saben á celos. Quizás les dé su acre sabor el aire marino de aquellas caletas con aguas azules, pero amargas. Gustan, pero emborrachan, no digo como la sangre, sino como el vino de aquellas cepas malagueñas, que es dulce, pero trastorna.
El alma de los libros es lo que nos domina, saboreadas gratamente las páginas, como la fortaleza del solera nos embriaga, paladeado sorbo á sorbo el dulce sabor al catarlo. Si esto es un secreto de arte no lo sé, pero es indudable que las novelas y los cuentos de Arturo Reyes no dan un respiro en la lectura. ¿Hay interés? ¿Es este el alma del arte? ¿Será tal vez que á nosotros, meridionales, gente que llevamos sangre ardorosa y cerebro calenturiento, nos gustan los dramas de la pasión, las bravuras en la vida, la nota roja, la pincelada caliente, el amor por la mujer rugiendo en celo y buscando sangre?
Quede este punto á resolverlo otros, qué mas entiendan en achaques de crítica literaria y hasta de psicología nacional. Yo sólo digo, y no por mi cuenta, con Guyau, que "la vida no se comprueba, ni se analiza; se hace sentir, amar y admirar".
Combaten algunos, exigentes en demasía, á Arturo Reyes, porque carece de estilo. Allá ellos, pero copio las frases de dos grandes críticos.
Macaulay, escribe:
Macaulay, escribe:
«La corrección no está en lo acicalado de la frase, ni en la carencia de defectos palpables, sino en la verdad de los caracteres y de las situaciones, en la creación de imágenes vivas.»
También dijo Taine:
«En puridad, la supresión del estilo es la perfección del estilo.»
ÁNGEL GUERRA
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