TRISTE REGRESO
Ya regresa el campesino
á su rústica morada,
con el alma dolorida,
y henchido el pecho de lágrimas.
Todo le niega su ayuda,
el sol que todo lo abrasa,
la nube que más se aleja
mientras más y más la llama;
los campos donde no brilla
verdor alguno; la rama
que abate sus hojas mustias
como las aves sus alas;
el surco donde se quema
la simiente; el río que en charcas
convirtióse; las acequias
donde ya no bulle el agua,
ni dá sombra el cirolero,
ni tejen su red las zarzas,
ni los pájaros gorjean
sus amores; la montaña
donde el pastor condolido
de su rebaño, se afana
en buscar lo que no encuentra;
las vides sus verdes pámpanas
y hasta su miel los panales
y hasta el cielo la esperanza.
Y llega el pobre labriego
al dintel de su cabaña
donde la miseria luce
su faz imponente y trágica;
y su hogar está apagado,
la golondrina no canta
en su nidal; duerme el perro
en la puerta; todo calla
cual con silencio de muerte,
con un silencio que espanta;
y contempla el campesino
cómo en torno de su amada,
de su pobre compañera,
se agrupan, como en demanda
ya que no de pan, de besos
que ella les prodiga en lágrimas
silenciosas empapados,
sus rapaces y rapazas,
que al verle llegar lo miran
de tal modo, que traspasan
cual con terribles puñales
su pecho, con sus miradas:
Y el hombre posa en los cielos
los ojos y tal retrata
su faz; su horrible martirio,
que la que de él aguardaba
consuelos, á consolarle
conmovida se levanta,
y solloza el campesino
y solloza la aldeana
y sollozan los rapaces
y sollozan las rapazas.
Arturo Reyes
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