sábado, 8 de diciembre de 2012

Reseña de Cartucherita

Publicado en El Imparcial el 12/4/1897, página 3.


Día de regocijo ha de ser siempre para los amantes de las letras aquel en que se destaca de la línea social un escritor de esperanzas. Mucho más ha de serlo ahora, cuando por todas partes se ve cubierto de negras nubes el patrio horizonte. En medio del coro de desdichas  y entre el clamor de lamentaciones escúchase de improviso una nota dulce y suave. Ha aparecido un escritor. Se ha revelado un novelista. El nuevo autor se llama Arturo Reyes. Su obra tiene el título que encabeza estas líneas.

En épocas de suaves costumbres florece el ingenio por el esfuerzo creador del medio ambiente. Cuando las guerras desangran y arruinan al país y cuando las torpezas de una política funesta hacen perder toda esperanza de redención, la flor maravillosa de la fantasía no puede salir del seno de la tierra y elevar su tallo y esparcir sus aromas si no encierra el germen una vivísima fuerza expansiva; más que expansiva, explosiva.

No ha de confiar el autor en los grandes homenajes porque el ánimo público esté dividido entre la indiferencia y la zozobra. No ha de esperar beneficios materiales aquí donde no se leen libros. Atravesar el hostil campo de la crítica, tanto más hostil cuanto más menguado ha de ser el premio de la victoria; ir á afiliarse en el escaso bando de los locos que en España dedican su amor y su entusiasmo al arte; alistarse de cruzado, ahora que el Santo Sepulcro de las glorias literarias está enterrado bajo montañas de polvo del olvido y de cenizas de muerte... esta acción heroica bastaría para que mereciera honores preferentes el combatiente arrojado y magnánimo. ¡Sea bienvenido el que nos trae alegrías, porque nos trae esperanzas!

Arturo Reyes había impreso, hará pronto un año, una colección de gallardas poesías, de hermosa forma y genial inspiración. Ahora ofrece al público una novela de breve desarrollo, de asunto sencillísimo, de notable originalidad y de estilo primoroso.

Cartucherita es un torero malagueño. Criado entre el Perchel y la Coracha, gentil y apasionado, con ímpetu de fiera virilidad y desmayos de sensual pereza, no podía ser otra cosa. Había nacido para que su existencia se deslizara entre el embriagador aplauso popular y los riesgos de una muerte trágica. El vestido de oro y lentejuelas que chorrea la luz solar, la lucha con la res y con el público de los circos taurinos, el dinero á raudales, las fiestas del amor y del vino, sedujeron el ánimo del pilluelo. Su maestro y protector no pudo obligarle á los hábitos escolares. Dejó la cartilla por las capeas de los villorrios, y entre cornadas y silbidos, pasando hambres y fatigas mortales, llegó á ser un torero famoso.

Esta es la figura principal de la novela y en torno de ella se mueven otras arrancadas á la realidad de la vida malagueña y pintadas con tal arte y con verdad tanta, que en ocasiones parece Arturo Reyes poseedor de todos los recursos de la maestría.

Sobreviene el drama, drama de amor y de ingratitud. El torero enamora y seduce á la mujer de su protector, como el Edmundo de Tamayo, á Alicia, la esposa de Yorik. su segundo padre. El remordimiento hace estallar aquel corazón generoso, y Cartucherita se deja matar en la plaza, entre los aplausos de la muchedumbre, enloquecida de bárbara admiración.

Para presentar á Cartucherita, para pintarnos su infancia de abandono, sus luchas por la gloria de las lentejuelas, su enamoramiento, su pasión, su traición y el horrendo castigo que se impone voluntariamente, hace gala el Sr. Reyes de singulares dotes de novelista, y entre todas ellas se destaca el diálogo maravillosamente real y sugestivo. Pocos, muy pocos entre cuantos cultivan hoy la novela española son capaces de hacer hablar á sus personajes con tan desenfadada naturalidad y con propiedad tan graciosa. No es este el diálogo rigurosamente copiado de lo real en que algunos autores emplean la taquigrafía, como ciertos pintores la fotografía instantánea. No es tampoco el discreteo afectadísimo en el que los más zafios sujetos parlan como cultísimos y sabihondos académicos. Es el diálogo de la verdad literaria, en el que locuciones populares, giros de la conversación vulgar, son adobados por el artista para producir la sensación buscada. Escaso es el número de los que alcanzan triunfo tan difícil. Arturo Reyes lo ha logrado.


J. ORTEGA MUNILLA.

4 comentarios:

Pepa dijo...

Esta crítica para mi es la más interesantes por ser Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset, el director de uno de los periódicos más prestigiosos de la época. Fue un buen amigo de Arturo y el malagueño fue corresponsal de su periódico "El Imparcial" en Madrid publicando allí cosas de nuestra tierra

JLG dijo...

Llevas razón, Pepa. Esta crítica es muy interesante por ser de Ortega Munilla.

Lo importante es desempolvar todo este material para que seamos conscientes de la importancia de Arturo Reyes en su época.

Gracias por tu comentario.

Pepa dijo...

Gracias porque ese era mi deseo y vosotr@s estais siendo artífices de ello. Saludos

JLG dijo...

Las artífices son ellas. Yo sólo he distribuido el trabajo y hago la revisión última de las transcripciones; trabajo ingrato porque, si se nos cuela alguna errata, la culpa es sólo mía :-(

Saludos y felices fiestas

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