viernes, 1 de febrero de 2013

De Andalucía. Cuentos de Arturo Reyes

Publicado en La Unión ilustrada el 17/7/1910, página 17.


Reciente aún el éxito inmenso del tomo dé poesías «Béticas,» Arturo Reyes quiere renovar el triunfo, á la manera de aquellos espadas que afortunados en la muerte de un toro, recorren entre aplausos el ruedo y á la salida del otro bicho, lo recortan capote al brazo, consiguiendo con ello levantar más los ánimos y que la ovación se prolongue indefinidamente.

De Andalucía, es una nueva muestra del talento inagotable de su autor. En esta obra se nos presenta Arturo Reyes el mismo narrador de siempre; chispeante, amenísimo, pletórico de facultades, dándonos una irrecusable prueba de que el exceso de producción no amengua en él, ni en lo más mínimo, la fantasía creadora.

En los cuentos andaluces, ningún escritor ha llegado á conseguir los éxitos de Reyes, porque ningunos de los que intentaron cultivar el género, poseían las clarísimas dotes de observación que acompañan al ilustre autor de «Cartucherita.»  Puede decirse que Reyes es único en el género. La justa pintura de los tipos, el ambiente especial de sus producciones, la admirable naturalidad que imprime á los diálogos y el fondo de sus obras, netamente andaluz, pasional, intensísimo, han hecho que sus libros todos obtengan triunfos resonantes y que el nombre de su autor se cite entre los de aquellos grandes maestros de la literatura contemporánea.

Arturo Reyes no es de los que consiguieron un éxito por circunstancias excepcionales y luego sus otras obras fueron en gradación descendente restando prestigios al nombre, si no [sic] que por el contrario, á cada nueva producción se afirma, se ratifica, se consolida la fama conquistada por su primera novela, para entrar en el terreno de cosa juzgada, y hoy, basta solo citar á Arturo Reyes, para que los elogios más merecidos y los más elocuentes ditirambos vayan en pos de su nombre gloriosísimo.

¿Creéis por esto que Arturo Reveses un soberbio vanidoso? Ni muchísimo menos. La modestia se puede conceptuar como la característica de este hombre insigne.

Artista de corazón, que escribe por satisfacer deseos innatos en su alma, apenas si le da importancia á los aplausos. Trabaja incansablemente, lleno de legítimos entusiasmos, poniendo al servicio del Arte el tesoro preciado de su talento y llevando por lema, este honrosa frase: «arte por el Arte.» Si llegáis á testimoniarle personalmente vuestra admiración, el maestro os contestará humildemente, coloreadas sus mejillas por un pueril rubor: —¡Bah! Eso no vale nada. Pasemos á otra cosa.

¡Este es Arturo Reyes!

Yo le admiro; yo siento por él un cariño sin límites, cariño que me llevaría al sacrificio, si preciso fuera; yo desearía que todos los malagueños, todos aquellos —y son innumerables— que profesan al maestro el culto que se merece, le expresáramos: de un modo ostensible nuestro afecto, nuestra admiración, le hiciéramos objeto de un homenaje, homenaje digno de él y digno de nosotros. ¡Qué menos, para quien tan alto supo poner en el mundo del Arte el nombre de Malaguita la bella!


Poco hemos de decir respecto al nuevo libro. Componen el tomo diez cuentos, verdaderos cuentos, en los que se plantean sencillos problemas, los cuales se resuelven ya favorable, ya adversamente según la intención del autor. Los cuentos por consiguiente, están hechos con arreglo á los cánones de la Preceptiva. No son diálogos, ni crónicas, ni artículos, si no cuentos; que ya que bajo este nombre se han amparado tantos escritos que de todo tenían menos de tales cuentos, no es justo que el público crea que también ha llamado Arturo Reyes, cuentos, á una colección de croniquillas.

Los aficionados á las gallardas aventuras de contrabandistas y bandoleros, encontrarán satisfechos sus deseos leyendo las pintorescas narraciones, «En el olivar del Tardío,» «La Niña de Montejaque» y «Cascabeles,» que forman parte del tomo De Andalucía.

Aquellos otros que gusten de las escenas plácidas, no exentas de interés, de escenas arrancadas á la realidad de la vida, lean los cuentos «En el Polo norte,» «Los últimos los primeros» y «De mar y tierra,» que también entran en la composición del libro De Andalucía.

 Para los amantes de las costumbres populares de los barrios malagueños, también hay mucho que agradará á sus gustos en el indicado tomo. Y ahí están los relatos «La Gorgoritos,» «Joseíto el Ecijano» y «Donde las dan las toman,» que no me dejarán mentir.

De intento he reservado para lo último el primoroso cuento que lleva por título «A punta de capote.» Sin que este aparte que le dedico quiera indicar mi predilección por él, en perjuicio de los restantes, voy á detenerme un punto porque el cuento lo merece y á documentar mi antigua afirmación de que si Arturo Reyes se dedicara á escribir para el teatro sería uno de nuestros más completos autores, porque su talento lo mismo se amolda á lo cómico que á lo dramático. Y vamos por partes.

Cuanto Arturo Reyes ha producido en novela es digno de llevarse al teatro y como testimonio de verdad citaré hombres de autores consagrados que han solicitado del maestro el permiso para realizar los arreglos: Jurado de la Parra para «Cartucherita;» Fernández Shaw, para «El lagar de la Viñuela;» Federico Oliver, para «La Goletera;» Vital Aza, para «Del bulto á la Coracha,» título que cambió por el de la «Clavellina» y así otros más que quieren hacer producciones dramáticas no sólo de las novelas sino también de los cuentos de Arturo Reyes. ¿Qué indica esto? Pues indica, clara y sencillamente, que en Arturo Reyes hay un autor de indiscutible valía y que es lástima que una injustificada prevención hacia la escena le aparte de ella y nos prive de aplaudirle en público cuanto merecía ser aplaudido.

El éxito que obtuvo «La Goletera» al ser estrenada no fue bastante á convencer á Reyes de que debía escribir obras dramáticas.

Ese mismo cuento de que antes hablé, y á propósito del cual he apuntado lo anterior, es una producción escénica, de una gracia soberana. Apenas si hay que hacer en él, la más ligera variante. Tal como está es un pasillo cómico, un entremés tan admirable como el mejor que haya salido de manos quinterianas. Tipos, observación, el diálogo fluidísimo, salpicado de ocurrencias y donaires, todo en «A punta de capote,» es digno de loa. Yo lo considero como un modelo del género. De representarse obtendría un éxito extraordinario. Leyéndolo es, y á cada línea hay que suspender su lectura, para dar paso á la risa, que brota de nuestros labios franca, expontánea...

Si en mí estuviera convencer al maestro, pero... ¡cualquiera lo convence!

Réstame sólo enviarle mi enhorabuena más entusiasta.

En tanto nos viva Arturo Reyes bien podemos alegrarnos de haber nacido.


CARTUCHERITA

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