lunes, 11 de febrero de 2013

La obra de Arturo Reyes




Después de leer atentamente Holanda, de Edmundo de Amicis, puede uno decir que conoce los Países Bajos, sin haberse tornado la molestia de visitarlos. Parecerá atrevida esta afirmación, hecha por quien no ha tenido ocasión de comprobarla: pero tal es la fuerza descriptiva del célebre escritor italiano, y tan fino y sagaz su espíritu de observación, que el lector se dice, convencido y sugestionado: Si no es así, así debiera ser—. Así es, y de ello se persuade el más incrédulo, sólo con saber que el autor narra lo que ha visto.

Con efecto, la Holanda de Amicis es la verdadera, la auténtica, según el autorizado testimonio de ilustres viajeros.

Todo sujeto de alguna imaginación puede dar por vistas y conocidas las crueles y sórdidas prisiones de Rusia, y afirmar que ha acompañado en sus penosas etapas, en unión del filosofo y filántropo Nek  á los deportados a Siberia, sufriendo con ellos el tormento consiguiente, con sólo haber leído, con la devoción que merece, la transcendental novela Resurrección de León Tolstoi.

De igual manera, y por privilegio de que solamente gozan los grandes escritores, todo el que conozca á fondo la obra completa de Arturo Reyes, puede asentar con plena convicción que  la tierra andaluza, su cielo esplendente y sus costumbres pintorescas, hasta con los más mínimos  detalles—singularmente Málaga y su provincia,— aunque no haya pasado nunca de Despeñaperros para allá.

Para el que esto escribe, el caso de la obra de Arturo Reyes no es el de la Holanda de Amicis, en el cual ha de conformarse con la garantía que el escritorio merece y con el testimonio de ilustres viajeros, sino que puede certificar por si mismo, y hasta como parte interesada, la absoluta conformidad de la narración literaria con la viva y palpitante realidad.

En la literatura regionalista se dan la mano y pueden tratarse de igual, á igual Serafi Pitarra de grata memoria, y Arturo Reyes, que mil años viva. Así como el primero nos dió en obras inmortales, la exacta visión del antiguo Principado catalán, la pluma del segundo reproduce como el pincel de Velázquez la corte de Felipe IV tierra feraz, el cielo luminoso y los sentimientos y las pasiones de la hermosa Andalucía, donde aun perdura á través del tiempo y flotando sobre el progreso político y la civilización mortal la raza arábiga que un día se enseñoreó de ese privilegiado suelo y cuya refinada cultura en las artes y en las letras fué asombro del mundo.

Arturo Reyes que como el inolvidable D. Pedro Antonio Alarcón (á quien llamábamos el último abencerraje) es un moro más, por ser como aquel insigne escritor, heredero directo, hasta físicamente de aquellos árabes de la Alhambra granadina y de la Alcazaba malagueña, al retratar á sus congéneres, no hace otra cosa que reflejar con arte supremo, las vibraciones de su temperamento y los fulgores de su fantasía, embelleciendo la realidad, aunque sin desvirtuarla en un solo detalle, con las galas de su rica imaginación.

Dióse a conocer Arturo Reyes como casi todos los escritores contemporáneos, en la prensa periódica, y en seguida pudo advertir el menos perspicaz en arranques literarios que el novel escritor no era una vulgar medianía. Sus cuentos y sus poesías llamaron desde luego la atención, aquellos por la novedad del pensamiento, el interés de la narración y lo jugoso y pintoresco del estilo y estas por la elegancia de la dicción, la inspiración briosa y el buen gusto en la elección de los asuntos.

Después de aquellos sus primeros ensayos periodísticos con el titulo de Cosas de mi tierra publicó un libro de cuentos; pero, con tal desconfianza que él mismo dice, en el prólogo de una de sus obras posteriores:

…de Cosas de mi tierra no envié un solo ejemplar a los periódicos de Madrid: me concreté a someterlo a la crítica local, conmigo siempre indulgente y de cuyas apreciaciones imparciales me preservaron también profundos afectos, generosas amistades y nobles compañerismos

La prueba del subido merito de aquellos cuentos está en que la edición de Cosas de mi tierra se agotó en dos meses. A este volumen siguió Cartucherita, primera novela de Arturo Reyes y su primer triunfo resonante. En esta obra se presenta como un escritor ya formado, de enérgica y bien definida personalidad. Todo lo que el gusto más refinado del crítico más exigente pueda pedir a la novela moderna, lo tiene Cartucherita: completa verdad y profunda psicología en los caracteres, verosimilitud en el argumento, lógica y amenidad en el desarrollo de la acción; ágil, nervioso y pintoresco estilo, brevedad y belleza en las descripciones, é interés siempre vivo y creciente.

En todas sus novelas posteriores, que son: El lagar de la Viñuela, La goletera,  Las de Pinto y Cielo azul, hace ostentosa gala de las mismas extensas cualidades que brillan en Cartucherita y es prueba palmaria de que así lo reconoce el público, el número de ediciones que consume de dichas obras. La goletera, por ejemplo, iba en 1901 por la cuarta edición, y no sabemos cuantas llevará á estas fechas. Y lo mismo, ó casi lo mismo, ocurre con las restantes.

Como las de Emilio Zola, las novelas de Arturo Reyes, parece que se han hecho solas: el autor no aparece nunca en escena ni habla por boca de ninguno de sus personajes se queda modestamente detrás de su obra, y este es uno, acaso el mas plausible de los grandes méritos del novelista.

Bien quisiéramos hacer un análisis, aunque fuera somero, de cada una dé las admirables novelas de nuestro autor; pero el corto espacio de que podemos disponer no lo consiente por lo que habremos de limitar nuestro juicio a afirmar que todas son excelentes y que nos veríamos en grave apuro si hubiésemos de elegir la mejor, así como tampoco podremos asegurar en que sobresale más Arturo Reyes, si en la novela o en el cuento de costumbres populares.

Además de la ya citada colección titulada Cosas de mi tierra, ha publicado Del Bulto a la Coracha, Cuentos andaluces, De Andalucía y De mis parrales, esta última recientemente. Los cuentos que componen estos volúmenes son, en general, notabilísimos no pocos de ellos verdaderas joyas literarias y algunos y este es su mayor elogio novelas malogradas o lo que es lo mismo cuentos que, por la grandeza del asunto la novedad del pensamiento y la intensidad de la acción merecían y debían haber sido desarrollados como novelas.

Como poeta lírico, baste decir, para colocarle entre los primeros, que las ediciones de sus libros Desde el surco y Otoñales están agotadas, y que Béticas, su ultima colección de poesías ha sido premiada por la Academia española mereciendo tan elevada y apetecida distinción en estricta justicia.

Por esta breve reseña que no tiene las pretensiones de un estudio detenido, como merece el ilustre autor de tantos primores literarios se ve que Arturo Reyes, legítima gloria de la hermosa ciudad de Málaga, por la flexibilidad de su gran talento, la riqueza de su imaginación y la opulencia de su fantasía es uno de los escritores más completos y mas insignes de la presente generación. Así lo reconoce la crítica, lo confirma el público y lo consigna, con profunda satisfacción, el más entusiasta de sus admiradores.

Francisco Flores García

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